El domingo 6 de los 18 que conformamos el grupo partieron ya de camino a Catalunya. Ya os podéis imaginar cómo fue la despedida.
Ya el jueves muchos empezamos a pensar en la inevitable despedida, algo inevitable cuando se está disfrutando tanto junto a tus amigos. Y es que el jueves fuimos todos a un campeonato de pistolas láser, una de las actividades (sino la que más) que más risas nos ha producido: unos contra otros, unos junto a otros, correr, esconderse, disparar, intentar alcanzar la bandera y ganar la partida. Fue un día genial.
El viernes llegó y fuimos a pescar a un océano que se calma al entrar en la bahía. No fue un día, podríamos decir, de mucho movimiento para los nuestros. Sólo tres peces se dejaron pescar para ser devueltos al mar. Sin embargo, como ya viene pasando con este grupo, un golpe de suerte vino a salvar la actividad. Por primera vez en este año, los marineros que nos acompañaban avistaron un grupo de delfines, y nos acercamos a ellos para poder observar más de cerca estos increíbles animales. Torbay nos regaló a todos una experiencia única, justo antes de que algunos se fueran.
Y llegó el sábado, el último día. Fuimos a Bristol, ciudad dibujada por los mejores grafiteros del mundo, nacimiento de Banksy y centro de la moda más alternativa y vintage. Entre esas calles se notaba la sensación de despedida, del “hasta luego” que vaticinaba un próximo reencuentro. Con todas las comparaciones que se podían hacer entre Bristol y Barcelona era inevitable pensar en un futuro esperanzador, donde el contacto no se pierde y donde las reuniones, ya sean planificadas como no (y ya sean en Barcelona como en Girona o Lleida), vendrán a recordar todas estas experiencias que hemos vivido en Inglaterra.
Ahora ya somos 12 los que estamos aquí, disfrutando de la última semana. No hay tiempo para malgastar, este es un mundo que nos ofrece sus últimos días, y nadie duda de que cada uno es un regalo.